Pelayo de Oviedo

Detalle del folio 18 recto del manuscrito 2805 de la Biblioteca Nacional de España, del siglo XII, que contiene una versión del libro de las crónicas del obispo Pelayo o Corpus pelagianum, la denominada Compilación A. La miniatura es una Inicial P decorada con un obispo.

Pelayo, conocido como Pelayo, obispo de Oviedo (muerto en Oviedo en 1153), fue un clérigo, político e intelectual del reino de León, consejero del rey Alfonso VI, historiador, predicador brillante y uno de los primeros cronistas de nombre conocido. Fundó el Archivo de la Catedral de Oviedo y mandó recopilar y escribir las donaciones o testamentos en un libro de ciento trece páginas al que se le llamó Libro gótico por estar escrito con caracteres isidorianos.

Posiblemente fue monje benedictino en Sahagún, de donde Alfonso VI lo promovería a obispo de Oviedo, cargo que ocupa entre 1101 y 1130 en que Alfonso VII le obligó a renunciar en el Concilio de Carrión, quizá por haberse opuesto a su matrimonio con Berenguela o por su apoyo a una rebelión de parte de la nobleza contra el monarca. Tras la muerte de Alfonso VI, siguió el partido de la reina Urraca. En este reinado (año 1115) convocó un Concilio en la Catedral de Oviedo, cuyos acuerdos fueron sancionados por la reina Urraca, hija de Alfonso VI y de la reina Constanza de Borgoña, que asistió acompañada de su hermana Teresa de León viuda del conde Enrique de Borgoña y madre de Alfonso I de Portugal, que fue el primer rey de ese país, más conocido como Alfonso Enríquez, y al que también asistieron varios obispos.[1]​ Recuperó brevemente su sede entre 1142 y 1143 en circunstancias históricas no aclaradas.

Previamente a su consagración, había mediado en el pleito entre el arzobispado de Oviedo y el de Burgos. El papa Pascual II escribió unas cartas fechadas el 21 de septiembre de 1105 por las que declaraba que la iglesia de Oviedo dependía directamente de la «Silla Apostólica», por lo que estaba exenta de la jurisdicción de cualquier otro obispo metropolitano, y a la vez le concedía el privilegio del uso del palio.[2]​ Después de veintiocho años de fructífero pontificado renunció a la sede episcopal. En su pontificado la iglesia dio un gran donativo a la reina Urraca para luchar contra los musulmanes.

Reedificó de forma brillante la parte anterior de la Cámara Santa respetando la parte donde están las reliquias, es decir, la parte posterior, conservándola tal y como estaba en el tiempo del rey. También restauró la capilla del rey Casto, consagró la iglesia de Santa Eulalia de las Dorigas en el concejo de Salas, restauró y volvió a consagrar la iglesia del monasterio de Santo Adriano de Tuñón, en la parroquia de Tuñón en el concejo de Santo Adriano que había sido edificada por el rey Alfonso III el Magno y que posteriormente fue abandonada. Otra obra que se le atribuye es la estatua de El Salvador que se venera en la columna lateral derecha del crucero de la Catedral de Oviedo, así como la torre sur de dicho templo.[2]

  1. Anónimo, 1895, p. 27.
  2. a b Anónimo, 1895, p. 28.

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